* Comunidad se siente cercada por “Contras” y grandes productores
* Indígenas que reclaman sus propiedades son 150 familias que sumarían casi mil personas
* Ningún desmovilizado, señala un representante, ha atacado ni dañado a los comuneros
Los restos de las plantas de maíz todavía estaban a la orilla de las casas. Eran tan pocas que podrían contarse las líneas de siembras que hubo. Poco, extremadamente poco, para tantas familias y tanta gente pues no es siquiera un cuarto de manzana. De acuerdo con los indígenas matagalpas de Uluse, pertenecientes al pueblo indio de Muy Muy, es lo único que pueden sembrar, de excederse serían agredidos por “Contras” y grandes productores que tienen el control de las tierras comunales.
Fidelina Gurdián, una de las lideresas indígenas, señala que el área para sembrar es prácticamente nada, algunos cultivan esas parcelas más por tradición que por generar el alimento del resto del año. Los ingresos de estos pobladores provienen de los cortes de café o del trabajo en las haciendas, donde permanece la mayor parte del año.
Los indígenas que están organizados en reclamo por las tierras de Uluse son 150 familias que sumarían casi mil personas. Están divididos en dos grupos, uno liderado por Petronilo López García, y otro por Gurdián.
En el 2000, las autoridades indígenas de Muy Muy, entregaron título de uso y goce a estos comuneros por mil 500 manzanas, menos que el tamaño original, pero según ellos, les permitiría trabajar con tranquilidad.
Título registrado en Matagalpa
El título otorgado por la autoridad comunal por un área de 680 manzanas para el grupo liderado por Petronila, y de 820 para el que lidera Fidelina. El título está inscrito en el Registro de la Propiedad de Matagalpa con número de asiento 1959, Folio 078 y 079 del tomo 529.
Pero el gobierno del expresidente Enrique Bolaños, ubicó en 2006 a exmiembros de la Resistencia Nicaragüense en cumplimiento de los acuerdos con los desmovilizados. El título que entregaría esa administración gubernamental supuestamente llevaba errores, y por lo tanto, no poseen ningún documento pero sí la posesión.
La voz de los “Contras”
Francisco Sequeira es uno de los líderes “Contras”, término que usan los comuneros de Uluse sin distinción a desmovilizados del Ejército y de la Resistencia. Sequeira representa a desmovilizados del Ejército y rechaza que ellos ataquen a los indígenas, les quemen sus casas o les invadan sus cultivos con ganado. Por el contrario, acusó a Petronilo López de engañar a la gente que trae de diferentes lugares, a quienes promete un lote de tierra.
Él asegura que la Intendencia de la Propiedad sólo reconoce a ocho familias con López, mientras él tiene un grupo de 60 beneficiarios.
Señala que gracias a su gestión se ha dejado 100 manzanas para ellos y el restante para los grandes productores. De esas 100 manzanas asegura que deja 10 en libertad para que los indígenas siembren.
Orlando Castillo, uno de los líderes de la Contra, también rechaza que ellos repriman a los indígenas y señala que junto a Sequeira pertenecieron al grupo de Petronilo, pero debido a la irresponsabilidad de éste se retiraron. Para Castillo, la propiedad es del Estado y es esa institución la que debe resolver el problema de tierras.
Pero, tanto Castillo como Sequeira son acusados por los indígenas de llegar a ocupar tierras a pesar de poseer propiedades en otros municipios o de venderlas para solicitar nuevas parcelas.
“Como desmovilizado también tengo derecho”
“Que tenga mi papá y mi mamá, no es que tenga yo, pero el compromiso del gobierno es darme, no como colono, sino como desmovilizado. El compromiso con los desmovilizados de la Resistencia, no eran 10 o 15, fue de 50 hectáreas, pero si me van dar una está bien. ¿Cuántos tienen grandes propiedades y reciben su beneficio como desmovilizados?”, cuestionó Castillo, quien trataba de salvarle la vida a un pollo enfermo mientras en su humilde casa corren niños con botas de hule en terreno polvoso.
El mayor sustento legal de los comuneros es el título real de la Comunidad Indígena de Muy Muy, que cubre un área de 30 caballerías de medida antigua. Según el especialista en Derecho Indígena, Rigoberto Mairena, la base de cualquier demanda es el título de propiedad otorgado en 1726 por la Corona española, y por ser tierras de pueblos originarios son derechos imprescriptibles y su posesión puede ser reclamada pues no es transferible ni vendible.
Denuncia ante la Asamblea Nacional
Las denuncias de los indígenas de Uluse han sido sistemáticas en los últimos diez años. Han llevado su voz ante la Comisión de Asuntos Étnicos y Regímenes Autonómicos de la Asamblea Nacional en dos ocasiones, el 17 de julio de 2006 y la última el 23 de marzo de 2009. No han obtenido respuestas sólidas.
La Intendencia de la Propiedad no ha dado respuesta. Tras dos visitas a la ciudad de Matagalpa no pudimos contactara al intendente, en ese entonces, Léster Montenegro. Lo último que sabemos es que Montenegro, quien ha llevado el caso durante los últimos años fue destituido o cambiado.
Ambos líderes no reconocen que la propiedad sea de carácter comunal y menos que sus dueños sean los herederos de las 42 familias que se encontraban en 1907 en ese mismo sitio.
De acuerdo con una denuncia de tierras hecha ese mismo año por un ciudadano de origen colombiano, de nombre Emiliano Herrera, las tierras de Uluse les serían entregada por el gobierno a cambio de cultivarlas.
Los registrados y los “rebeldes de la montaña”
Pero no eran tierras vacías, según el documento de denuncia de tierras, ahí vivían 42 familias y fueron registradas con nombre y apellido. El número de indígenas que ahí habitaba era mayor pues la cifra, según el mismo documento, es de las familias que aceptaron ser parte del censo, el resto se mantuvo “rebelde” en la “montaña”. Ciertamente el sitio era una montaña virgen con espacios para siembra de maíz, frijoles y ñame que todavía cultivan sus descendientes.
Según los datos de la comunidad indígena, Herrera vendió ese mismo año a un ciudadano estadounidense de nombre Alejo Sullivan, quien la heredó a su hija Anita Teresa Sullivan, ésta la vendió a un ciudadano de nombre Abraham Salty, cuya nacionalidad no especifican. Este último fue quien vendió en 1964 a Ignacio Aráuz, quien se enfrentó sistemáticamente a los indígenas, hasta que finalmente en 1965 en un acuerdo con el gobierno entregó parte de las tierras.
Las raíces del despojo de tierra
Las denuncias de tierra, según la investigación doctoral de Dora María Téllez, titulada Muera la Gobierna, ocurrieron con mayor fuerza después de 1881. Estas eran promovidas por el gobierno para llevar el “progreso” ante la “improductividad” de la zona y se daban mayores concesiones a los extranjeros.
Las primeras tierras apropiadas fueron los ejidos de los pueblos indígenas del Norte, que incluyeron, Matagalpa, Muy Muy, Jinotega y en menor medida Sébaco. Le continuaron las tierras comunales.
Las medidas entraron en mayor vigor después de 1881 tras la guerra de los indios matagalpas, que sitiaron la ciudad en protesta por el despojo de sus tierras y el trabajo forzado para la construcción de la línea del telégrafo. En ese acto, quizá el principal alzamiento de los pueblos originarios, según registra Téllez, participaron indígenas de la cañada de Uluse, los ancestros de los que hoy reclaman las tierras en la ahora conocida Hacienda El Jobo.
Protestas en 1925
Por su lado, el historiador norteamericano, Jefrey Gould en su investigación en pueblos indígenas y su texto, El mito de la Nicaragua mestiza, reporta a indígenas de la cañada de Uluse en continuas protestas a inicios del siglo XX. Específicamente señala como se tomaron en 1925 la hacienda La Escocia, propiedad de Neil Hawkins, pues consideraban que también había sido despojada a la Comunidad Indígena con los títulos de Reforma Agraria, a través de denuncias de tierras. Según Gould, también respaldaron la lucha de Sandino.
Más tarde, los comuneros de Uluse también serían parte de la guerrilla de Pancasán. El mismo presidente de la República Daniel Ortega, en su discurso del 15 de octubre de 2005 en Tipitapa, siendo candidato opositor, recordó la participación de los indígenas en la guerrilla sandinista. Entonces celebraba el aniversario de la muerte del comandante Pedro Aráuz Palacios. Según Ortega, Anastasio Somoza debayle mandó a matar a quienes organizaban a los comuneros, pero los llamó campesinos y no le menciona por su pertenencia al pueblo indígena.
Al parecer Herrera ni Sullivan lograron dominar todas las tierras, durante la mitad del siglo XX. Francisca García Picado tiene 80 años, y recuerda que para la década del 40, los animales silvestres corrían por los pastos naturales y el espeso bosque. El humo se erguía tímido entre las copas de los árboles, anunciando que ahí había una vivienda. “Solo por el humo nos dábamos cuenta que ahí vivían alguien”, dijo doña Francisca, una india pura. Platicar con ella da una sensación de bienestar y llama la atención de quienes la rodean. Aunque solo habla español, su tono es diferente y algunas de sus palabras no eran entendible, seguramente hablaba en matagalpa.
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